lunes, 15 de marzo de 2010

¿Por qué no te callas? (otra vez)



Alguién dijo algo así como, "más vale estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas". Bingo. No he podido encontrar una frase que venga mejor al pelo de esta entrada.

Verán, cojo el periódico y leo con perplejidad una especie de justificación. De excusa. De defensa. Tal vez, ahora, al cabo de los meses, el protagonista de la pantomima se haya dado cuenta del corte sufrido ante no sólo los gobernantes y representantes de todos los paises de hispanoamérica, sino ante los millones de personas que en todo el mundo han visto, ven y seguirán viendo la rotunda parada de pies ( parada en seco que dicen por aquí), el zas en toda la boca que el Rey de España dió en toda su enorme cara al jefecillo bananero que aguantan por Venezuela.

Este tipejo, por desgracia presidente de una nación, se cubre de gloria (de nuevo) al decir más o menos, que menos mal que no oyó al Rey mandarlo a callar. Y yo pregunto, ¿Qué hubiera pasado? ¿Que habría hecho si se hubiese enterado?. Supongo que habría mandado arrestarle y encarcelarle. Si, sólo por eso. Este individuo tan amante y propulsor de las libertades (sólo de las suyas, supongo) es el mismo que encarcela y reprime a todo aquel que tenga una opinión divergente a la marcada por su patético caudillismo. Es el mismo que en aras de la libertad de expresión (sólo de la suya, evidentemente) cierra medios de comunicación críticos con su gestión (probablemente a partir de ahora lo mejor será no intentar ir a Venezuela, por lo que me puediese pasar). Este personajillo tebeístico, es el mismo que en defensa de las ideologías colectivas y regionales con propósitos independentistas (sólo de las suyas, obviamente) protege y cobija a terroristas y asesinos. Este vulgar militarzuelo, en defensa de los valores democráticos (sólo de los suyos, naturalmente) es el mismo que por arte de birlibirloque ha confeccionado una ley que le permita perpetuarse en el poder. Este necio, orangutanado, charlatán y vendeburras, es aquel que trata a los representantes de países de enraizada democracia como los vivos retratos de satán. No sabe que belcebú ya hace tiempo que lo poseyó a él mismo.

Porqué no es normal que cada vez que este chismoso de la política habrá el buzón (la boca quiero decir) suba el pan. Cada vez que queda demostrada una de sus mil y una mentiras, se retrata con la fábula del bolivarismo bondadoso del que él se erige en adalid y el imperialismo maligno del que lo ha pillado con el carrito de los helados.

Y es que este payasete, que causa no sólo la vergüenza y el sonrojo ajeno sino que además levanta con cada palabra pronunciada la compasión hacía el pueblo que domina, se autoproclama el salvador de la nación venezolana. Este dictadorucho de chiste de Gila, junto al hombre del chalequito, ese tal Evo, y al personaje de la gorra verde y el chandal azul, el archiconocido y superrevolucionario Fidel, son los que cada vez que quieren y les sale del alma (por no encenderme y decir una barbaridad) ponen en jaque a nuestra nación haciendo gala de una ristra de argumentos más propios de una viñeta de Forges que de un estado serio y avanzado.

Son los mismos a los que desgraciadamente nos plegamos reverencialmente cuando ellos así lo desean. Son los mismos que se cachondean de España, gran país hermano al que sacarle hasta los ojos cuando así les conviene. Son los mismos que nos tienen cogidos por los bemoles (parece que al final voy a lograr contenerme) por intereses de índole netamente económico. Son los mismos pájaros que amenazan con cortar las relaciones amistosas que mantienen con España, cada vez que quieren demostrar su fortaleza. Son los mismos a los que al parecer le debemos todo lo que tenemos, todo lo que somos.

Y así, mientras el mono corroncho, campa a sus anchas soltando sandeces y estupideces por su soberbia boquita sin que ninguno de nuestros representantes sea capaz de frenarlo, nosotros seguimos añorando que vuelva un Rey y le suelte en toda la jeta un, ¿Por qué no te callas? otra vez. O mejor dicho, un ¿ por qué no te callas? para siempre.

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