martes, 5 de marzo de 2013


Tan lejos y tan cerca

 

 
 
En estos días que tanto significan para familiares, amigos y un servidor, quiero compartir con vosotros este texto que fue publicado en el boletín Gran Poder del pasado mes de septiembre de 2012.


Extrañamente, tras la lluvia de la noche anterior, el día había nacido abiertamente soleado. Cómo cada año el nerviosismo volvía a hacer acto de presencia con su tradicional cosquilleo. Rara sensación en la nueva amanecida, mientras presuroso comenzaba a preparar un rito del que no podía privarme. Seguro que volvía a llegar tarde. Que por los pelos y poco antes de que el acto comenzara aparecería como siempre. Con un rostro en el que se reflejaba las prisas de última hora. Sin embargo, esta vez no era un último retoque ante el espejo. No era un último apretón al nudo de la corbata hasta lograr ajustarla. No era la dificultosa tarea de acertar con la posición del pañuelo. Ni se me había olvidado la medalla. Ni tenía que sacar brillo a los zapatos. No, no era eso. Nada de ello iba a ser necesario. Más bien el motivo del retraso iba a deberse sin remisión, a mis torpes dotes de priostía. La pastilla de carbón que no prende y el incienso que no lanza su divino perfume. El altar no está preparado y me falta encender un cirio. Eso si, sin candelero, puesto que tampoco iba a hacer falta. La selección del repertorio musical a última hora me entretiene más de lo debido. De repente, a pesar de lo anticipadamente convenido, un sobresalto me acelera el pulso.  Alguien me manda un mensaje al móvil. “Esto empieza ya”.

 Comienza a sonar la música en los altavoces del ordenador. “Virgen del Valle”. De pie, sobre las tablas del salón evidenciando la falta de mármoles y bóvedas, seriamente dispuesto, saboreo  todas y cada una de las notas. Imagino una lenta y suntuosa procesión de entrada, monaguillos y acólitos, ciriales e incensarios, sacerdote y sagradas escrituras. Tras el último hálito de la música, ocupo mi sitio. Un viejo sillón desgastado por el paso del tiempo. Y a falta de rito de entrada, lectura de evangelio y homilía, parsimoniosamente comienzo a susurrar la retahíla de misterios que componen un rosario sin más cuentas que las yemas de los dedos. Al fondo casi imperceptible suena “La pasión según San Mateo” de Bach. La mirada que a veces se pierde en el pequeño televisor, en el que se reproduce un Dvd de unos viejos cultos que ahora son historia. La vista que se entretiene entre las estampas y fotografías de Ese que todo lo puede. Vibra el teléfono. Otro mensaje más escueto aún que el anterior indica que ha llegado el momento. “Ahora”. El instante que le da sentido a este día.

Serenamente, con la tranquilidad que da la soledad, abro las reglas de la Hermandad y puesto de nuevo en pie, doy lectura en voz alta a la fórmula marcada. Proclamo, confieso, creo y defendiendo lo que en ellas se estipula y como siempre, aún en la distancia, solemnemente pongo mi mano sobre ellas  y con una voz casi ahogada por la emoción, mi cuerpo exhala un fuerte “Así lo creo, así lo prometo, así lo espero”. Me arrodillo y beso una estampa del Señor.  Tras ello comienza a oírse al fondo “Tus dolores son mis penas”. Mientras reflexiono sobre lo realizado, mi mente se deja llevar por una bendita brisa que me lleva hasta donde mi cuerpo ahora no llega. Veo las caras de tantos conocidos, de tantos amigos, de tantos hermanos…   En sus rostros compendio de alegría,  responsabilidad y orgullo. Se apuran los últimos compases de “Mater mea” cuando un sobresalto me devuelve al frío salón donde me hallo. Un nuevo mensaje me dice que todos han cumplido con el pertinente ritual. Sin más dilación procedo a rezar el ejercicio de las cinco llagas, mientras el televisor sigue describiendo detalles de lo que tan lejos sucede, y Bach que vuelve a interpretarse en el coro de este improvisado templo desde el moderno reproductor. De nuevo inmersión en recuerdos y memoria. En pasados  tan presentes. Llega la comunión me informan. “Las saetas del silencio” toman cuerpo en el habitáculo mientras sube la densidad del perfumado incienso que llena la escena. Seguidamente “Jesús de las Penas” (como le gusta a Manolo), para finalizar la íntima y sencilla parafernalia, como no podía ser de otra forma, a los sones de “Pasa el Gran Poder”. A pesar de todo, yo no falté a mi cita. Un año más había vuelto a renovar mi compromiso. El de mis creencias. El de mi Fe. Ese que me enseñaron desde niño. Ese el que me aferro cuando más lo necesito.

El acto había finalizado. Todo había concluido y ahora tocaba disfrutar de la jornada. De este día grande. Sin embargo sólo podía hacerlo de una forma. Hacer pasar por un domingo cualquiera este que siempre es tan extraordinario por todo lo que significa. Ocultar lo especial con lo cotidiano. Un paseo por una verde ría me haría desenredar, de una vez por todas, ese maldito nudo instalado en mi garganta. Perderme entre la gente y diluirme en la multitud tal vez haría desaparecer en las entrañas del anhelo la carga de emoción gozada. Olvidarme de una añoranza envuelta en fragancias de blanco azahar. Enterrar en la profundidad de la nostalgia el luminoso brillo de un sol que ahora se me escapa. Y cuando me dispuse a buscar un atisbo de un deseado cielo color azul Sevilla entre las ennegrecidas nubes que ya cubrían la ciudad, sentí que desde un balcón de ese paraíso que por momentos se dejaba entrever, alguien me hacía un tímido y cómplice guiño mientras suavemente parecía susurrarme  “Ya llegará un mañana”. Quizás era el mismo Alguien que ese día me hizo cumplir con lo debido. A lo mejor era el mismo Alguien que a pesar de la lejanía me hizo tenerlo tan cerca. Tal vez más cerca que nunca.
Bilbao, domingo 18 de marzo de 2012. Día de la Función Principal de Instituto de nuestra Hermandad.

miércoles, 13 de febrero de 2013

 

Seas siempre bienvenida

 
 
 
Aunque no lo creas te estaba esperando. Tan bajito ha sonado tu llamada que parece que no quisieras llegar. Sin estridencias. Casi imperceptible. Sin querer molestar. Aquí estás de nuevo, tocando el aldabón de la puerta de mis entrañas. Vienes distinta. Cambiada. Llegas imbuida en los grises ropajes del tiempo que vivo. Entretelas de lluvia y frío. Oscuras galas que hacen juego con la opacidad de unos surcos de ceniza que en forma de cruz siempre marcan la senda del donde venimos y el adonde vamos (Recuerda hombre que polvo somos y en polvo nos convertiremos ). Y aunque sé que tu visita nunca es perenne, noto que esta vez tu equipaje es más liviano. Que en tu vieja maleta esta vez no hay hueco para los detalles con los que siempre me agasajaste.
 
No te preocupes.Ya me lo imaginaba. Lo presentía pero jamás quise hacerme a la idea. Vienes con la sentencia que marca el Patrón. El que maneja la barcaza en la que se mueve la vida.  Ese que lleva el timón de la nave en la que navega mi sino. Ese al que han de obedecer los buenos marineros en el mar de la templanza y a pesar de fuertes oleajes y duras tempestades. Siempre te esperé con la misma ilusión que hace poco más de un mes llenaba el corazón de esos chiquillos que ansíaban la presencia de unas majestades de oriente. Hoy me visitas con la desnudez de lo superficial. Vuelves desprendida de lo accesorio y de lo banal.
 
Sé que me privarás de infinitos sentires. De anhelos que siempre llenaron mi ser. De ritos y boatos. Me quedaré sin las vivencias que quedan en el recuerdo de lo eterno. En ese zaguán en el que se van acumulando las viejas estampas del un pasado lejano junto a las imaginarias postales del futuro. No habrá paseos fraguando deseos a la luz de la luna. Me quedaré sin la angustia de sentir su Angustia. Sin palpar la delicada tela del costal. Sin ceñirme en la faja del trabajo y el compromiso que se fragua bajo una desnuda parihuela. Ni compartiré ajetreos de Hermandad junto a esos que me muestran su amistad. Y tampoco tendré la cercanía física de aquellos que tienen mi misma sangre. No respiraré aromas de puros y  blancos azahares. No me llenaré de las fragancias que regalan las nubes de incienso. No podré agarrar la mano de esa rubia que adoro mientras despiertos soñamos con la llegada de lo que yo siempre esperé. Ni tendré la oportunidad de explicar mientras vivimos la intensidad de un lúgubre desfile la razón de una muerte de cruz. De nuevo perderé la oportunidad de proclamar públicamente la Fe a la que en estos momentos me aferro y de la que ni quiero ni me puedo soltar.
 
Pero no temas. No te lo puedo reprochar. Asimilo que es un camino que he de recorrer. Que me hallo subido en un tren de largo recorrido. Y percibo que has vuelto para compartir conmigo el ínfimo sacrificio, la diminuta penitencia que cumplo en este pequeño infierno. Estoy seguro de que pesar de todo me ayudarás a soportar la carga. A aliviarme de un  peso que no puedo negar y que a veces me vence. Y que tal vez juntos consigamos convertir la opacidad de las nubes ennegrecidas que ahora nos cubren en la brillante luminosidad de un traje del color de un cielo azul Sevilla. No me cabe duda. Nuestra convivencia será distinta. Percibiremos nuevos matices. Nos conoceremos mejor. Tal vez  sea más pura. Más íntima. Quizás a partir de ahora nuestra relación sea más fuerte. Incluso imperecedera. Por qué no inmortal.
 
No te quedes ahí, pasa. Tienes las puertas abiertas, fuera hace frío y yo te estaba esperando. Entra en la profundidad de mi corazón. Esta es tu casa. Bien lo sabes, y aunque no hace falta hoy quiero decirte que siempre serás bienvenida a mi alma, amiga Cuaresma.

martes, 24 de julio de 2012


De aquellos barros...




Ni mucho menos me considero un visionario. Ni pitoniso. Ni futurólogo. Mucho menos experto en economía. Pero no me equivocaba mucho cuando sarcásticamente comparaba la situación de Grecia con la que se podía dar en nuestro pais. De eso han pasado más de dos años. Si, dos años. Lo único que nos diferencia es la virulencia de las protestas y no porque no se estén alentando desde diversas esferas. No voy a realizar ningún tipo de análisis económico. El único que cabe hacer es el mismo que tu tendrás en mente. Esto es un desastre. Un desastre provocado por un injustificable comportamiento anterior. Amigo mío, de aquellos barros vienen estos lodos.

No es que aplauda las medidas que se están tomando. Las repudio. Cómo a todos a mi también me joden. Yo también pagaré más IVA. A mi también me tocará trabajar más años. Yo tampoco tengo asegurada una pensión. Mi empresa me emplaza a trabajar más y cobrar menos. He tenido que renunciar a demasiadas cosas... En fin como un españolito más. Sin embargo entiendo que algo habrá que hacer. Siempre he entendido que nadie da duros a pesetas y en esta ocasión no iba a ser menos. Que nos entre bien en la cabeza. Nuestro pais está intervenido, ha sido rescatado. Le pongan el nombre que le pongan y vistan a la mona como la vistan. Nos han dejado dinero para pagar deudas y hay que devolverlo con intereses. Ello quiere decir que de algún lado habrá que conseguir la pela para saldar el débito contraido.

Me asquea, cada día más y de que manera, la actitud y evidentemente la aptitud de la casta política que nos maneja. Sean del color que sean. Por un lado me decían que la crisis era leve recesión. Por otro llaman a una intervención en toda regla una ayuda que nos va a permitir generar riqueza (seguro que para dentro de unos cuantos lustros). Embusteros sabelotodos que nos han llevado a la ruina. Jugadores de póker con dinero ajeno. Dilapidadores de lo que no es suyo. Parásitos y chupasangres que viven del cuento y de la mentira. Engañabobos y embaucadores sin alma. Vendeburras que me niegan la mayor. Monigotes y marionetas. Payasos sin gracia.

Podrían dejar de hacer el ridículo y comporsarse con la honra que se espera de ellos. Que se dejen de cuentos e historias y vayan replegando velas. Ninguno, sea del signo que sea, puede dar ejemplo de rectitud y gestión económica seria. Ni Valencia (PP), ni Andalucía (PSOE), ni Cataluña (CIU). Basta ya de rollos y pónganse a trabajar. Si no pueden ser políticos porque no saben con un mono, un pico y una pala. Corten por lo sano con las tonterias y las banalidades que la cosa es seria. Dejen de hacer el ridículo y sean consecuentes. Bájense de la nube o de ese cielo en el que viven y sean coherentes con los esfuerzos que piden a los curritos de a pie.

Igual que han subido el IVA, recortan prestación por desempleo, suben edad de jubilación, etc... Supriman cargos políticos, asuman que el Senado no sirve para nada, que las diputaciones son cementerios de elefantes políticos, que lo de las embajadas de las comunidades autónomas es de risa, que la duplicidad de funciones entre autonomías y estado no es un signo de progresismo sino de caprichoso dispendio, que los partidos políticos y los sindicatos deben ser mantenidos por sus afiliados no con dinero público, que las ayudas y subvenciones no deben ser partidistas ni regir en sus concesiones criterios amistosos y de mamandurrias, que las televisiones autónomicas dejen de gastar lo que no tienen en programaciones sectarias y de tercera clase,  asuman a que cada pueblo no puede tener aeropuerto por mucha populismo político que otorque pues ya veis que no son rentables, que por más ipads u ordenadores que se pongan en las aulas no son los niños más listos (prueben a darles libros), hagan cumplir la ley y el corrupto a la cárcel (sea quien sea, se llame como se llame y tenga el nivel económico que tenga), fomenten una verdadera separación de poderes del Estado (el judicial, el ejecutivo y el legislativo) para que el primero se pueda llamar verdaderamente independiente y deje de ser un compendio de órganos politizados... Simplemente den ejemplo de cordura.

¿Tanto trabajo cuesta verlo? No creo. Sólo habría que echar un poco de imaginación al asunto y seguro que se sacan cientos de partidas de donde poder recortar. De donde poder suprimir. Por favor piénsenlo bien porque si lo que nos han dado desde Europa ha sido un regalo caido del cielo. El maná que arreglará todos nuestros problemas a costa de nuestro sacrificio. No quiero ni imaginarme que ocurrirá cuando nos rescaten y no haya más remedio que llamar a las cosas por su nombre. 

sábado, 16 de junio de 2012


A vosotros


Simplemente porque me apetece. No es por nada en especial. O quizás si. Pero hoy quiero hacerlo. ¿Por qué no?. ¿Quién dice que hoy no es un buen día? Siempre los tengo presentes. Todos los días. A cada hora y a cada minuto. Sé que están ahí.

Estos días no he podido compartir con ellos la dureza de un camino entre sendas de jaras y romero, ni por carreteras de ardiente asfalto. No he podido compartir confidencias entre carriles de blanca arena, pinares tan verdes como mi esperanza y eucaliptos de refrescante aroma. No hemos sentido juntos la carga de la responsabilidad adquirida a través de la Fe que nos sellaron al alma desde nuestra más temprana edad. No nos cogeremos de las manos cuando se entone esa plegaria que todas las noches resuena en mi habitación en forma de inocente nana.

Tampoco es que lo hicieramos todos los años. De un tiempo a esta parte no era asiduo a ello, para que nos vamos a engañar. Pero hoy se hecha de menos un rato de charla entre peroles y fogones de comida campera. El silencio cómplice del que camina a tu vera. Ese que te escucha. Ese que te entiende. Echo de menos la sevillana del que no sabe cantar y la garganta rota del que te ánima a que lo hagas sin ningún tipo de perjuicio.

Hoy recuerdo un camino  por una raya que a todos iguala y las cuentas de un rosario glosadas por el que nunca lo rezó. Se vienen a la memoria tantos ratos. Las caras de ilusión del novato que se estrena y la curtida por el paso de los años del veterano que se resiste a dejarlo. Difíciles momentos y gratos instantes en busca de una blanca paloma. De risas que finalmente tornarán en emocionado llanto. De despertares al son de flauta y tamboril. De atardeceres escuchando el alegre trinar del pájaro que extrañando nos recibe.  

Tal vez me esté pudiendo la nostalgia o quizás el saber que mañana no culminaré lo narrado ante los ojos de la que siempre me espera. Sin embargo estoy seguro que algo de mi resbalará por la mejilla de esos a los que hoy, tras el velo que hace ocultar mi timidez, quiero decirles que les quiero. De los que aún en la distancia siempre me tienen en mente. De esos que mañana verán a la Virgen. De aquellos que se encontrarán con la Madre de Dios.

Vaya personaje


No me apetece nada. He dudado mucho sobre hacerlo o no. Pero la verdad es que no he podido contenerme. Ya os habreis dado cuenta que últimamente no se da puntada en esta sastrería a trajes de que se ciernen sobre la espalda de la política. Sin embargo he leido unas declaraciones que me han podido. Que han doblegado la voluntad de no entrar al trapo de las actuaciones de esos sátrapas que nos dirigen.
Sinceramente no creo que lo diga en serio. Es imposible. No puede ser que sea ahora cuando se haya dado cuenta de lo nefasto de una gestión económica que nadie entendía. Bueno, todos menos él y su séquito de estómagos agradecidos. Su cohorte de pancistas que disparaban con polvora ajena. Esa piara de irresponsables a los que gustaba dilapidar el dinero del bolsillo de los demás.

Este individuo que tantas veces nos negó la crisis que tanto dolor nos está produciendo. Esta que tantos estragos nos está causando. Este es el mismo que viene ahora reconociendo lo que todo el mundo veía menos el. ¡Venga ya!. No me vengas con historietas histriónicas. Ya tenemos bastante con lo que desde hace tanto nos viene cayendo desde uno y otro bando. No me tomes el pelo. No nos tomes más por tontos. Ahora ya no te hace falta. No metas palos en candela y no nos hagas ciscarnos en todas tus castas. Cómo si no lo hubieras sabido. O eras tonto antes o eres tonto ahora. O te las dabas de listo entonces o te las quieres dar de sabio en plena tempestad y cuando no te toca bailar con más fea.

¿Cómo se te ocurre reconocer esto ahora? ¿Donde está el pudor? ¿Donde quedó la vergüenza? ¿Donde estaban tus asesores cuando tu eras el que ejercía el poder? o mejor pregunta ¿Por qué no los escuchaste cuando correspondía?. Si de verdad sabías las consecuencias de dilapidar dinero, nuestro dinero, a diestro y siniestro, ¿aún te crees capacitado para pertenecer al consejo de estado? No me vendas ahora la moto de bonachón inocente. No me vengas a dar lecciones de arrepentimiento. No me cuentes el cuento de lo que podía haber sido y no fue. Estate tranquilo y dedícate a mirar a las nubes. ¿Acaso no iba a ser esa tu dedicación cuando desaparecieras de la escena?. Haznos ese favor, hazte ese favor. Ya no es necesario correr el riesgo de quedar en ridículo. Ya no lo necesitas. Ya no es obligatorio. No te corresponde.

Quitate de enmedio. Disfruta de lo que tienes, de lo que te llevaste, de los recuerdos de hombre importante. De los años que te padecimos, de los años que concediste y de todo lo que vendiste a esos compadres de siglas obreras. No merece la pena que salgas a la palestra para decirnos lo obvio. Lo que todos supimos menos tu. Mejor dicho, incluido tú. De verdad que ya no hace falta que nos ofrezcas tu "humilde opinión". Sabemos lo que fue y lo que es. Sabemos lo que nos costó y lo que estamos pagando. Sabemos lo que pasó y por lo que estamos pasando. No nos martirices con el cuento de la buena pipa. Ya no cuela. La faena se hace sobre el albero no cuando el toro se te ha devuelto a corrales vivito y coleando. No tomes el riesgo de intentar lavar tu imagen con este tipo de públicas confidencias porque al final puedes acabar con más mugre que el mono de un mecánico.

 Perdiste toda la credibilidad. Nadie te va a tomar en serio. En su día incluso llegaste a ser una gran personalidad, ahora sólo puedes aspirar a acabar siendo un triste personaje. Dedícate de pleno ahora a ese trabajo tan ansiado. Supervisa todo lo que puedas desde la comodidad de tu hamaca y aplicate el popular dicho. Ese que dice, Zapatero a tus zapatos

sábado, 5 de mayo de 2012

Hoy, mis dos amores.




Sólo han pasado escasas tres semanas. Demasiados días. Los suficientes. Muchos para estar tan lejos de las caricias soñadas. Esas que dice la canción son las mejores. Tantos como para que la deriva de la lontananza vire hasta la nostalgia. Largas jornadas de pugna entre el despacio correr del tiempo y la velocidad de crucero impuesta por el vuelo de la mente. Lucha descarnada entre el poso que marca el recuerdo y la ilusión que dibuja la espera. Duelo entre la diaria visión de lo querido y la inmediato roce de lo amado. Entre la sensibilidad a flor de piel y el deseo de tocar una que es la más pura seda.

Hoy se para mi mundo. Todo será quietud. El reloj se despojará de manecillas. Sólo sonará la campana de la felicidad. Sólo se escuchará el palpitar de tres corazones que volverán a ser uno. La risa y el llanto de la inocencia. El suspiro aliviado y sereno de la madurez. La brisa de la felicidad correrá para despejar las nubes que nublan mi cielo. Hoy el amor vuela a mi encuentro. La sublime belleza de la pequeñez que encandila. El fuego moreno de la atracción que siempre me abrasa. Por fin besaré la tersa tez que me otorga la vida. Por fin hoy abrazaré y acunaré lo que es la vida de mi vida. Hoy por fin la espera termina. Hoy vienen para buscarme. Hoy vienen para quedarse.  Aquello por lo que ya estoy enloqueciendo. Hoy volveré a tener cerca, a sentir aquello que más quiero. Hoy tendré de nuevo junto a mi a mis dos amores. Hoy búscame en el cielo porque desde allí estaré enterrando mi infierno.

sábado, 28 de abril de 2012


¿Susto o muerte?




Mucho tiempo ha transcurrido desde la última vez que me asomé por este humilde lugar. Han pasado muchos meses sin que desde aquí haya compartido mi particular visión de ciertos asuntos. Y no ha sido precisamente porque no hayan ocurrido cosas dignas de comentar. Tal vez alguien pueda pensar que el que ahora suscribe ya había sido acuciado por la habitual ola de aburrimiento que a todo el mundo llega cuando la novedad deja de serlo. Que tras poner en marcha un proyecto nos rendimos cuando el mismo no ha terminado de andar sus primeros pasos. Que ya pasó la moda y a otra cosa mariposa. Tal vez servidor en alguno de estos meses transcurridos lo haya podido sentir así. No lo niego. Sin embargo otros han sido los principales motivos que han surcado las razones por las que no se ha pronunciado palabra en este lugar. Obviamente no voy a entrar en ellas. No hace falta. Nada interesante que podría sonar más a excusa que a razón.

Si bien es cierto que muchas veces, más de las que se puedan imaginar, he estado tentado de volver a coger la aguja y el dedal y abrir esta sastrería, otras tantas me he frenado y he reflexionado sobre la deriva que pudiera tener la confección de un nuevo traje. No ha sido cobardía ni mucho menos. Tal vez alguna pizca de contención, para que negarlo. Tampoco es que estuviera sobrado de ese tiempo que hace falta para proyectar el diseño de una nueva pieza. Y el poco que tenía lo dividía entre mil para dedicarme a otro tipo de cuestiones que imantaban responsabilidades contraídas. Algunas relativas a la devoción. A lo mejor más de lo requerido. Otras circunscritas al ámbito de la obligación. Tal vez menos de lo debido. 

Pero siempre con la espina clavada de no haber podido decir ni hasta luego. Un simple, nos vemos pronto. O por decirlo con un vocablo más cercano a la actividad de este sitio, sin haber puesto un cartel advirtiendo de un cerrado por motivos personales que no por vacaciones. Tampoco es una obligación dar cuenta aquí de todo lo que sucede pero al menos si entiendo debiera ser cortés con todos los que alguna vez se han pasado por este pequeño rincón. 

Desde entonces hasta ahora. Desde la última vez que pisé las tablas de esta sastrería hasta hoy en la que vuelvo a reencontrarme con ella, han ocurrido tantas cosas que sería imposible poder hacer compendio de todas ellas. En algunos ámbitos han sido tantos los avances como la inmovilidad. Tanto el progreso como la vuelta atrás. Tanta historia como cuentos.

En el que a mi me repercute. En lo que a los míos concierne. Tan sólo uno digno de resaltar. El sometimiento a la obligación de elegir entre el susto y la muerte. Dicho así de este modo, alguno puede deducir lo trágico de una situación que no es tal. Si es seguro que más traumático que dramático. Pero es la mejor forma de explicar lo sucedido en los últimos tiempos. Elegir de qué forma has de cambiar tu vida cuando así vienen dadas. Cuando alguien así lo ha decidido. 

La muerte era seguir en mi tierra, con los míos, en mi hogar, con mis amigos, con mi familia. El susto se correspondía con marcharme lejos de todo lo anterior, embarcándome en una incierta travesía a la que arrastraba sin remisión a la vida de mi vida. La muerte era continuar viviendo junto a mi gente. El susto era irme de su vera. Aparente contradicción. Difusa interpretación.

Hay quien diría que no merece la pena darlo todo por el trabajo. Pero cuando donde uno habita dicho trabajo no existe, cuando la tasa de paro se eleva al 34%, con lo que está cayendo, con una probabilidad de recolocación ínfima y lo que te rondaré morena, irse al desempleo se puede catalogar de muerte (profesionalmente hablando claro), no siendo el mejor momento para experimentar con gaseosa. Quitarse de enmedio y emigrar a la antigua usanza para seguir desempeñando una tarea remunerada, aún lejos de lo que más quieres, puede interpretarse como susto.

Pues bien, como ya sabréis la mayoría y como bien intuiréis los demás, uno que tras mucho darle vueltas al asunto planteado, tras mucho analizar pros y contras, discernir ventajas e inconvenientes,  se ha decantado por la segunda de las opciones. El susto. He elegido susto. Y en esas me hallo. Acostumbrándome a un lugar donde el sol se ausenta más de lo debido y la lluvia de momento no deja de hacerme compañía hasta la mejor presencia. Esa que pronto llegará. En una gris ciudad donde la acogida de la gente hace colorear el transcurso de los días, mientras entierro viejas ideas preconcebidas. Haciendo de cualquier detalle, de cualquier cosa, de cualquier hecho una bandera para mi felicidad. En un rincón donde la oscuridad se convierte en luz con la ilusión de una esperanza a la que de momento prefiero no mirar. Viviendo en definitiva la experiencia única del que hoy se siente afortunado. Del que hoy al menos se ha podido levantar con un empleo donde ir a trabajar.

Pd: Aprovecho la oportunidad para despedirme de todos aquellos de los que no pude hacerlo personalmente y agradecer todas las muestras de cariño y apoyo recibidas. Yo también os aprecio.