sábado, 28 de abril de 2012


¿Susto o muerte?




Mucho tiempo ha transcurrido desde la última vez que me asomé por este humilde lugar. Han pasado muchos meses sin que desde aquí haya compartido mi particular visión de ciertos asuntos. Y no ha sido precisamente porque no hayan ocurrido cosas dignas de comentar. Tal vez alguien pueda pensar que el que ahora suscribe ya había sido acuciado por la habitual ola de aburrimiento que a todo el mundo llega cuando la novedad deja de serlo. Que tras poner en marcha un proyecto nos rendimos cuando el mismo no ha terminado de andar sus primeros pasos. Que ya pasó la moda y a otra cosa mariposa. Tal vez servidor en alguno de estos meses transcurridos lo haya podido sentir así. No lo niego. Sin embargo otros han sido los principales motivos que han surcado las razones por las que no se ha pronunciado palabra en este lugar. Obviamente no voy a entrar en ellas. No hace falta. Nada interesante que podría sonar más a excusa que a razón.

Si bien es cierto que muchas veces, más de las que se puedan imaginar, he estado tentado de volver a coger la aguja y el dedal y abrir esta sastrería, otras tantas me he frenado y he reflexionado sobre la deriva que pudiera tener la confección de un nuevo traje. No ha sido cobardía ni mucho menos. Tal vez alguna pizca de contención, para que negarlo. Tampoco es que estuviera sobrado de ese tiempo que hace falta para proyectar el diseño de una nueva pieza. Y el poco que tenía lo dividía entre mil para dedicarme a otro tipo de cuestiones que imantaban responsabilidades contraídas. Algunas relativas a la devoción. A lo mejor más de lo requerido. Otras circunscritas al ámbito de la obligación. Tal vez menos de lo debido. 

Pero siempre con la espina clavada de no haber podido decir ni hasta luego. Un simple, nos vemos pronto. O por decirlo con un vocablo más cercano a la actividad de este sitio, sin haber puesto un cartel advirtiendo de un cerrado por motivos personales que no por vacaciones. Tampoco es una obligación dar cuenta aquí de todo lo que sucede pero al menos si entiendo debiera ser cortés con todos los que alguna vez se han pasado por este pequeño rincón. 

Desde entonces hasta ahora. Desde la última vez que pisé las tablas de esta sastrería hasta hoy en la que vuelvo a reencontrarme con ella, han ocurrido tantas cosas que sería imposible poder hacer compendio de todas ellas. En algunos ámbitos han sido tantos los avances como la inmovilidad. Tanto el progreso como la vuelta atrás. Tanta historia como cuentos.

En el que a mi me repercute. En lo que a los míos concierne. Tan sólo uno digno de resaltar. El sometimiento a la obligación de elegir entre el susto y la muerte. Dicho así de este modo, alguno puede deducir lo trágico de una situación que no es tal. Si es seguro que más traumático que dramático. Pero es la mejor forma de explicar lo sucedido en los últimos tiempos. Elegir de qué forma has de cambiar tu vida cuando así vienen dadas. Cuando alguien así lo ha decidido. 

La muerte era seguir en mi tierra, con los míos, en mi hogar, con mis amigos, con mi familia. El susto se correspondía con marcharme lejos de todo lo anterior, embarcándome en una incierta travesía a la que arrastraba sin remisión a la vida de mi vida. La muerte era continuar viviendo junto a mi gente. El susto era irme de su vera. Aparente contradicción. Difusa interpretación.

Hay quien diría que no merece la pena darlo todo por el trabajo. Pero cuando donde uno habita dicho trabajo no existe, cuando la tasa de paro se eleva al 34%, con lo que está cayendo, con una probabilidad de recolocación ínfima y lo que te rondaré morena, irse al desempleo se puede catalogar de muerte (profesionalmente hablando claro), no siendo el mejor momento para experimentar con gaseosa. Quitarse de enmedio y emigrar a la antigua usanza para seguir desempeñando una tarea remunerada, aún lejos de lo que más quieres, puede interpretarse como susto.

Pues bien, como ya sabréis la mayoría y como bien intuiréis los demás, uno que tras mucho darle vueltas al asunto planteado, tras mucho analizar pros y contras, discernir ventajas e inconvenientes,  se ha decantado por la segunda de las opciones. El susto. He elegido susto. Y en esas me hallo. Acostumbrándome a un lugar donde el sol se ausenta más de lo debido y la lluvia de momento no deja de hacerme compañía hasta la mejor presencia. Esa que pronto llegará. En una gris ciudad donde la acogida de la gente hace colorear el transcurso de los días, mientras entierro viejas ideas preconcebidas. Haciendo de cualquier detalle, de cualquier cosa, de cualquier hecho una bandera para mi felicidad. En un rincón donde la oscuridad se convierte en luz con la ilusión de una esperanza a la que de momento prefiero no mirar. Viviendo en definitiva la experiencia única del que hoy se siente afortunado. Del que hoy al menos se ha podido levantar con un empleo donde ir a trabajar.

Pd: Aprovecho la oportunidad para despedirme de todos aquellos de los que no pude hacerlo personalmente y agradecer todas las muestras de cariño y apoyo recibidas. Yo también os aprecio. 

5 comentarios:

  1. No elegiste susto. No elegiste muerte. Elegiste vida. Si crees que te falta en algún momento, mira en tu patria que es tu memoria, tu familia, tus recuerdos. Elegiste caminar. Elegiste valentía. Y está la fe y la rabia. Y está el sacrificio, la verdad y la esperanza. Estate seguro de que hiciste bien, que todo va bien, que todo os irá bien.
    Un abrazo desde aquí.

    Fae.

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  2. Simplemente, gracias. Un abrazo Fae.

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  3. Susto no es la palabra, es RESPONSABILIDAD Y VALENTIA, a veces hay que tomar decisiones dificiles y no tengo duda que tu decision es la acertada, en la vida hay viajes de ida y vuelta y de momento tu has hecho la ida.
    Un abrazo de tu hermano Enrique J.S.

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  4. Querido amigo, en primer lugar gracias por abrirme un pequeño hueco en tú sastrería y en segundo lugar has demostrado tener valentía y coraje, dos atributos de una persona fuera de serie. SUERTE Y AQUÍ TIENES UN AMIGO. Jose (Hermano canino)

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  5. Muchas gracias a todos. Un abrazo (tb canino).

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