miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un gran hijo de... "Alá"





Por casualidad. Así fué como me encontré con ello. Es así como me he topado con la razón de que hoy se vuelva a trabajar en este lugar. No es que haya sido pereza. Ni mucho menos. Tal vez saturación, o mejor dicho, dedicación. Dedicación a otras cuestiones que ahora absorben mi vida y dedicación al ocio en el poco tiempo que pueda dedicarme a mi mismo. No existe vida si todo son obligaciones.

A lo que voy. Navegaba por la red, nada en especial, periódicos, redes sociales, información financiera, blogs... cuando de repente en uno de ellos, en uno al que le tengo particular cariño, en el blog del El Guindi me doy de bruces con una cruel y triste realidad. Un simple video. Un corto ejemplo de la crueldad que es capaz de desarrollar el ser humano. Un modelo de lo que significa ser un verdadero hijo de... "Alá". 

Removido todo lo existente en lo más profundo de mis entrañas, no podía resistir al ir viendo cada una de las escenas que nos regala este profesor del Islam, egipcio para más señas, la ira que se apoderaba de todo mi ser. Al mismo tiempo, sin dejar de mascullar entre dientes, pensaba lo que podría hacer si me encontrara con un tipo como este haciendo algo parecido a alguien que ya es más importante que mi propia vida. Por lo pronto, arrancarle la cabeza. De cuajo. Cómo poco arrancarle la piel a tiras con latigazos de vara de acebuche. Dejarle la espalda a este gran hijo de... "Alá" con más cicatrices que la cara de Freddy Krueger.

 Siento de verdad, si alguién se molesta con tal estado de indignación. Con esta irradiación violenta que desprendo. Tal vez, me comprendan cuando lo vean. Seguramente reaccionen como yo. Poca sangre tendrá quién comprenda, quien defienda o simplemente quien excuse a esta bestia. A este ogro. A este bárbaro. A este ejemplar hijo de... "Alá".

Juzguen ustedes mismos. Saquen sus propias conclusiones. Esta es la cuestión. Esta es la razón. Esta es la explicación de mi sentir. Vean esto.

Probablemente me entiendan ahora. ¿Verdad?. Naseabundo. Vomitivo. Cruel. Bárbaro... sean ustedes los que sigan catalogando esta forma de impartir ¿formación?, esta forma de transmitir ¿conocimientos?, esta forma de repartir ¿enseñanza?, mejor dicho ¿estopa?.

No se que es lo que me ha provocado mayor indignación. Si el ver a este pedazo de hijo de... "Alá" vara en mano amedrentar a pequeñas criaturas o el contemplar el miedo y el terror que reflejan las caras de esos pobres e indefensos niños. ¡Por Dios!, ¡Sólo niños!.

No me consuela el saber que a este digno hijo de... "Alá", lo detuvieran tras difundirse el video. No. No me contento con que este mierda, pasara algunos días de arresto. No. Y no lo hago porque todavía existen algunos catetos, muchos ignorantes, mucho indignado indignante, mucho perroflauta, mucho progre y mucha feminista que me rodea, que mientras se preocupan de acorralar y estigmatizar a la religión católica, no tienen los huevos suficientes en su cruzada laicista para condenar ni hacerle frente a una religión que si que promueve la violencia como defensa de su ideal.

Los mismos que reclaman libertad para ocupar las calles para beber cerveza, son los mismos que no conocen cual es el peaje a pagar por ello en Irán. Esas que se desvisten y profanan iglesias y templos católicos tal vez no conozcan el castigo que caería sobre ellas por usar unos simples vaqueros en Sudán. Esos que haciendo uso de su libertad sexual tachan de homófobos a todo lo que no salga de un armario, tal vez no sepan lo que se entiende por represión y aversión a su libre condición en países a cuyos nacionales le abrimos las puertas de nuestra casa mientras nos tachan de racistas por no someternos a sus creencias . A lo mejor no saben los dolores de cabeza que podría reportarles el tener una aventurilla y echar una canita al aire, quizás porque no conocen en que consiste la lapidación.

Para todos ellos, que vean esto, esto, esto y esto. Hay más pero no es cuestión de ponerse pesado. Simple y llanamente es un llamamiento, para que cuando se encuentren con alguién que de forma alegre y festiva expresa su felicidad por sentirse católico, no se dirijan a ellos con su buenas, ejemplares y educadas formas y sepan de verdad a quienes son a los que hay que llamar por su nombre. Para que distingan a quienes hay que señalar. Para que entiendan quienes son unos verdaderos hijos de... Puta.