martes, 2 de noviembre de 2010

La manipulación del poder




"El Papa llega a la España menos católica de toda su historia". Este es el titular con el que ayer me encontré por casualidad. Digo por casualidad porque de otra manera jamás podría haber leído una noticia en el diario en el que figuraba la "noticia". Creo que no es más que otra nueva prueba de subestimación y desprecio al catolicismo, de la más elemental de la manipulaciones. Es parte de la linea editorial de la empresa. De una linea editorial marcada por los que habitan en el poder. De hecho la aparición del diario Público y la cadena de televisión La Sexta, se ceñían a un nuevo rumbo en el control mediático de nuestro pais. Había que potenciar la propia imagen y restar credibilidad a la del enemigo. Ya no valía sólo la ayuda del grupo Prisa con el diario El Pais y la Cadena Ser como punta de lanza. El nuevo régimen necesitaba medios más fieles para controlar la propaganda.


No es nuevo el ataque a la Iglesia y todo de lo que ella se desprenda. Todo sea por la laicidad del Estado. Todo sea por cumplir los objetivos de la nueva dictadura. Controlar los medios de comunicación es controlar la imagen propia y la del adversario. Es controlar el voto (junto con las subvenciones claro y la política teledirigida) de los afines y ganarse el de las minorías o mayorías desafectas.


El caso es que el titular vende la caida del catolicismo en España. La pérdida del valor religioso mayoritario de este pais. Pero no sólo se equivocan sino que están lejos de la realidad. Si, es cierto que el laicismo imperante en España sube como la espuma entre cierto sectores de la sociedad. Pero es un laicismo falso, comprado a un electorado a base de mentiras y tegiversaciones. Es un laicismo impuesto a una sociedad dormida.


Poco a poco y haciendo acopio de poder se nos han ido retirando (sin referendum ni votaciones) los crucifijos en las escuelas, no se representan belenes en los colegios, la navidad ya es equinocio de invierno, se retiran nombres de calles a religiosos para otorgárselas a los afines al nuevo régimen, se promociona el matrimonio civil ante el religioso, se bombardea la llegada de un ministro no sólo eclesial sino de un jefe de Estado como es el Papa a cambio de ganar adeptos. Se quejan por el coste que supondrá el viaje de Su Santidad a España, aún cuando gran parte del mismo está sufragado por particulares y entidades privadas y sin embargo callan lo supuesto por el de una primera dama durante sus vacaciones de verano junto a su familia y agregados.


En ningún caso se hacen eco de que los católicos practicantes son más numerosos que aquellos afiliados sindicalistas que son parte de su propaganda. Según una encuesta el 73% de los españoles se declara católico, aunque de ellos sólo un 14% es prácticante. Eso nos daría un número total de católicos prácticantes cercano a los seis millones de habitantes. Se dice bien pronto. Los mismos que son ignorados y olvidados por el nuevo ideario nacional. Tampoco  publican que es Cáritas la organización que más ayuda a los pobres de nuestro pais en esta etapa crítica que nos está tocando vivir. Sólo se hacen eco de lo que supone la Iglesia para maltratarla y vilipendiarla por la aparición de sacerdotes violadores y pederastas. Cómo si no hubiera violadores de izquierdas, republicanos, socialistas o comunistas. Malnacidos siempre los ha habido, los hay y los habrá en todas partes. Nunca mejor dicho. De todo hay en la viña del Señor.


Estos depravados de la política son los que aún en contra del laicismo vociferado en su medios de comunicación corren a coger una vara y presidir una procesión de cualquier santo de pueblo. Son los mismos mamarrachos que condenan a la hoguera las "heréticas" ideas de la religión mayoritaria en pos de una utópica alianza de civilizaciones. Son los mismos que todavía, lejos de bajar de la nube, siguen creyendo que somos los que estamos los que nos tenemos que adaptar a las tradiciones de los que vienen. Son esos que como siempre seguirán viendo la paja en el ojo ajeno y no prestarán atención a la viga en el propio.

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