lunes, 6 de septiembre de 2010

Tan bella y tan puta.




Aún resuena el chirriante tono del teléfono. Una llamada interrumpía la animada charla de aquel desayuno. Por la forma de saludar intuí que se trataba de un viejo amigo. Extraña llamada a tan temprana hora. Malas noticias. De repente la voz que se entrecorta. Lágrimas que corren por la mejilla de quién ya no puede seguir hablando. De quién temblorosa me pasa el móvil.

No es fácil entender cuando alguién querido se nos va pero es imposible entenderlo si con ese alguién compartes tantas cosas que se incluye hasta la edad. Definitivamente no estamos preparados para ello. O sí. Es sencillo, cuando no toca de cerca, decir que hay que tirar para adelante, que la vida sigue y ese rosario de buenas intenciones, de buenos deseos que salen de nuestra boca para dar consuelo a quien lo sufre. Qué le pregunten a los dolientes. Pero es que no queda otra. Una vez leí que no es más fuerte el que menos veces cae, sino el que más veces se levanta. Y ahora toca levantarse como un nuevo fénix resurgido de sus cenizas. Aunque la procesión vaya ahora, por y para siempre por dentro, desgranando recuerdos y acotando futuros.

A partir de esa indeseable comunicación, de esa maldita llamada, una recogida triste. Cierres de equipaje con la mente puesta donde no quisiéramos estar. Cientos de kilómetros de vuelta compartidos con un molesto silencio roto sólo por un hilo de voz que a veces parece salir de la radio. Intimas reflexiones en busca de un retorcido por qué. Profundos pensamientos hilvanando la inasumible levedad del ser. Una retahila de sensaciones para concluir en las infinitas dualidades de esta vida.

Un sino que tan lentamente nos da todo aquello que no esperamos y tan pronto nos quita aquello que tanto ansíamos. Una vida tan rica que te da todo y a la vez tan pobre que te roba hasta el alma. Tan áspera como el roce de una piedra y tan suave como el tacto de un terciopelo. Tan agria como un trago de bilis y tan dulce como un sorbo de licor. Tan árida como la soledad de un desierto y tan frondosa como la inmensidad de un bosque. Tan maravillosa como una canción de amor y tan desagradable como una historia imposible. Tan encantadora como un hechizo de luna y tan ruín como un mal sueño. Tan compasiva como una misericordia y tan cruel como un tormento. Tan justa como el exacto equilibrio y tan pendenciera como un castigo inmerecido.

Una existencia tan sincera y de verdad como falsa y embustera. Tan recia y fuerte como un viejo roble y tan frágil como el fino tallo de la nueva flor. Tan difusa como el futuro incierto y tan clara como el pasado vivido. Tan cercana como una mano tendida y tan lejana como un largo horizonte. Tan inútil como una batalla pérdida y tan valiosa como un tesoro escondido. Tan agitada como un mar crispado y quieta y calma como una tarde sin viento. Tan confiada como una vieja amistad y tan celosa como un mirar de reojo. Tan luminosa y tibia como el resplandor de un rayo de sol y tan oscura y lugubre como la nube que amenaza tormenta. Tan alegre y risueña como triste y trágica. De una vez tan corta como un llanto y tan infinita como la vida eterna. Tan fácil como inintelegible.

Y es que así es la vida. Tan bella y tan puta.


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