Mentiría si me dirigiera a los que ahora me leeis diciendo que jamás me había planteado embarcarme en una aventura como esta. Si bien es cierto que nunca lo vi como una cuestión de relevancia vital, muchas veces me he preguntado que me podría aportar el tener un sitio donde hacer públicas inquietudes de tipo estrictamente personal.
Y es precisamente hoy, en este frío día de febrero, cuando voy a empezar a encontrar la respuesta a dicha cuestión. Para ello, se me ha ocurrido embarcarme en la creación de un taller. Un taller de sastrería. Porque ¿Quién mejor que un sastre para cortar un traje? Y es que este local se abre para dar rienda suelta a las cavilaciones de este sastre que seguirá las lineas de patronaje que le dicten la libertad e independencia de su pensamiento. Encontrará en este taller las comunicaciones e informaciones que se den en el entorno del artesano, así como las reflexiones, ideas, críticas y pensamientos que surjan entre creación y creación, entre los cortes y costuras del día a día.
Ahora permitan que afile las tijeras, que me ponga el dedal y ensarte la aguja, para a partir de ahora no dar puntada sin hilo.
Sean pues, bienvenidos.
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